Otro año más, y parece que cada vez más rápido, Diciembre ya está aquí. Nos ha pillado el toro con los viejos propósitos de una noche de fin de año que, siendo sinceros, ¿quién recuerda?
Yo sí, fue una noche triste y una noche dura. La que tenía que ser el comienzo de maravillosas aventuras y un futuro incierto pero brillante se me presentó como una noche difícil, llena de recuerdos dolorosos y de heridas abiertas que aún sangraban.
Diciembre siempre ha despertado en mi un sinfín de sentimientos, muchos de ellos claros y familiares, algunos nuevos e intrigantes y últimamente son quizá un poco más oscuros, o al menos, menos halagüeños.
Diciembre es alegría por estar todos juntos, volver a brindar por la vida y las cosas buenas, por los momentos difíciles superados y por el orgullo de seguir ahí, pese a todo, juntos.
Diciembre es ilusión, por los añadidos, los nuevos que vienen para quedarse, como Jana, y los nuevos que no sabemos qué pasará el año que viene pero que hoy por hoy están a nuestro lado.
Diciembre es reflexión, porque son muchas emociones que hay que procesar, muchos momentos que compartir y muchas pequeñas cosas de las que hay que darse cuenta.
Diciembre es compartir, porque la navidad está bien, los regalos, el cariño... pero lo más importante es el tiempo, el amor, las conversaciones alrededor de la mesa y las noches de catán al lado del fuego.
Diciembre es reencontrarse, es volver a casa, es tomar esos cafés pendientes, esas charlas interminables con amigas, pero también con una misma.
Diciembre es recordar a los que estuvieron pero se fueron, a los que nos hacen falta, a los que hemos perdido y a los que hemos dejado perder. Esa sonrisa con hoyuelos, esos ojos azules o esas tardes de poemas y bombones.
Diciembre es reconciliarse, no hay pena que mil años dure ni mal que por bien no venga, y ver el lado positivo siempre es nuestra mejor arma para poder seguir adelante, mal que nos pese.
Diciembre es agradecer, a la familia, a los amigos, a la pareja (quien la tenga), a los maestros, ejemplos, apoyos, a esa gente que nos rodea y que hace que nuestra vida tenga sentido. Agradecer su presencia, su apoyo silencioso, su constante cariño y su perseverancia. Do not give up on me.
Diciembre es confesarse, con uno mismo, sobre todo lo que no se ha hecho bien, sobre lo que podría haber sido mejor, sobre lo que se debería haber hecho diferente. Pero también es aprender, de todo ello, porque el pasado no se puede cambiar pero el futuro todavía es una hoja en blanco.
Diciembre es optimismo por lo que está por venir, por esos pequeños sueños y retos que hacen que afrontemos Enero con una energía diferente. Por superarnos cada día y ser capaces de luchar por encontrar cada semana una mejor versión de nosotros mismos.
Estos, entre otros mucho, son algunos sentimientos que trae diciembre. El que predominará este año, sólo Dios lo sabe, yo solo puedo prepararme para exprimir cada día, para aprender de cada tropiezo y para valorar todo aquello que tengo y que, por error, muchas veces doy por hecho. Quizás este año Diciembre también es mes de pedir perdón. O quizá no, y ya lo dejamos para el 2017 que en el 2016 demasiadas cosas ya han pasado.
Que tengáis un Diciembre precioso y que sean los sentimientos que sean que este mes os traiga, sepamos llevarlo de la mejor manera y con la mejor de nuestras sonrisas pues al final, la vida, es una constante oportunidad de cambiar lo que se hizo mal ayer.
¡Feliz Diciembre!
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